miércoles, 28 de mayo de 2014

Los diálogos de muertos



¿Qué son los diálogos de muertos?

Los diálogos de muertos son un género literario que surge en el siglo II d.C. Su creador fue el escritor sirio Luciano de Samosata. Son un subgénero del diálogo escrito y se caracterizan por describir conversaciones en el más allá (llámese éste Inframundo, Tártaro, Cielo o Campos Elíseos) entre dos muertos famosos que pueden ser reales o mitológicos. Éstos reflexionan sobre un tema moral, político o científico, para lo cual el escritor les asigna una ideología, la cual pretende acercarse lo más posible a la que tuvieron en vida. Naturalmente, no siempre es así, y en muchas ocasiones el autor del diálogo reflejará el modo de ser de los interlocutores con muchas inconsistencias históricas o forzará una controversia entre los personajes. No obstante, a pesar de las discrepancias, los personajes de estos diálogos suelen tratarse con amabilidad, aunque no es extraño en el género el que dos interlocutores sean hostiles entre sí.
Los diálogos de muertos de la antigüedad son primordialmente de reflexión moral y poseen un gran sentido del humor, siendo éste particularmente ácido. Es innegable que en ellos hay un gran influjo de la sátira moral. Sin embargo, en la época moderna, los diálogos se transformaron en una herramienta esencialmente retórica y política, utilizada para desarticular ideas y argumentos opuestos a la ideología del autor o para apoyar aquellas que al escritor le convenían.  Pero a cambio de esta profundización ideológica, que el diálogo de muertos antiguo no tenía, los diálogos modernos tendieron a perder el componente satírico. 
Veremos brevemente en esta entrada éste y otros muchos cambios que sufrió el género: daremos un recuento pequeño de la evolución de este género mediante un análisis de tres autores reconocidos de diálogos de muertos.

Luciano de Samosata 





El primero y el más importante de los autores que analizaremos es Luciano de Samosata, quien nació aproximadamente en el año 125 de nuestra era. Incluso su lugar de nacimiento está en duda: hay quien dice que fue sirio; otros afirman que fue judío y existe incluso la teoría de que nació en Atenas. Pero sigamos la opinión más aceptada, según la cual nació en Samosata, capital de la Comagena, entonces provincia del imperio romano. Era una ciudad importante y un centro cultural de cierta importancia.
Su vida transcurrió bajo el reinado de Adriano y de Antonino Pío. Puede conjeturarse que recibió la educación primaria allí mismo, en Samosata, y que posteriormente se dedicó a la Retórica. En Antioquía ejercía en el foro como abogado, pero al poco tiempo, cansado de su profesión, se dedicó a viajar por el imperio, dando sesiones de oratoria. Terminó radicando en Atenas.
Toda su obra la escribió en griego, lo que no deja de sorprendernos, conociendo su origen sirio. Y aún más impresionante que esto es la diversidad temática de sus obras: realizó trabajos históricos, políticos, gramaticales, poéticos, retóricos, filosóficos, matemáticos, religiosos, éticos y económicos. Era plenamente consciente de la importancia del estilo en la obra literaria y lo empleó metódicamente al momento de escribir distintas obras. Solía repetir motivos literarios en su obra, con algunas variaciones en cada caso, de tal modo que al escribir algo nuevo lo relacionaba mediante este recurso con lo que había escrito anteriormente.
Ante todo, Luciano fue un moralista que usó el sarcasmo y la mordacidad para atacar los vicios de los hombres de su época. Su abundancia de temas le permitió criticar a la sociedad de su tiempo en casi todo sentido. La sátira de Luciano tendría numerosas repercusiones y en el Renacimiento (gracias a la traducción latina de Erasmo de Rotterdam) su obra sería muy leída y apreciada.
Suele decirse que su obra maestra son los Diálogos de muertos: una colección de 30 diálogos breves con muertos famosos como interlocutores. Él es, ciertamente, el inventor del género. Bajo Luciano, los diálogos de muertos desarrollarían características que han continuado hasta nuestros días: el lenguaje trabajado que no deja resquicio para las improvisaciones, la teatralidad de la situación de diálogo, la estereotipación de los muertos por parte del autor, el contexto de lugar de  “mundo de los muertos” y la reflexión en torno a un tema particular con pocas digresiones o ninguna.
Los Diálogos de muertos de Luciano no hacen crítica de situaciones políticas de la época sino que critican vicios propios de cualquier periodo histórico. En los diálogos se hace burla de la avaricia, del deseo de los placeres carnales, de la gula, de la ambición de gloria y del miedo a la muerte. Todos los diálogos tienen un motivo común: la muerte no perdona a nadie y es inútil tomarle demasiado apego a la vida. En esta obra, Luciano defiende la ideología estoica y adopta una actitud de indiferencia hacia la vida, con una excepción: el conocimiento, al cual no deja de apreciar como el mayor bien que puede tener un ser humano, pues dura más allá de la muerte.

Si quieres leer los Diálogos de muertos de Luciano de Samosata, descárgalos aquí:



Bernard le Bovier, Marqués de Fontenelle


Bernard le Bovier de Fontenelle - Nicolas de Largilliere


Bernard le Bovier, Marqués de Fontenelle, es el segundo autor que analizaremos en esta entrada. Nació el 11 de febrero de 1657 en Rouen, y murió en París el 9 de enero de 1757. Fueron cien años, un siglo de vida en los que vivió la vorágine de la Ilustración, por lo que no es descabellado llamarle a este periodo como el siglo de Fontenelle, aún si él no fue el personaje principal del panorama cultural de este tiempo. Sus contemporáneos, entre los cuales podemos mencionar a Voltaire, Pascal, Rousseau y Racine opacaron la obra de un hombre que, curiosamente, consiguió sintetizar el espíritu de su época mejor que ningún otro: sus relaciones con todos los sabios de su tiempo, su obra vasta (no sólo literaria, sino también científica) y su capacidad crítica le permitieron tomar este papel.
Fue educado por los jesuitas de Rouen y se decidió al poco tiempo por una carrera literaria. Buscó ser un poeta laureado, y escribía tanto en latín como en francés. En sus años de juventud escribió muchas obras de géneros variados: poemas cortos, artículos y reseñas, novelas psicológicas, tragedias, epigramas, églogas… La lista es interminable, pero también debe decirse que Fontenelle no era entonces un gran escritor. Sus trabajos eran aceptados, mas no aclamados: eran obras bastante ordinarias, y pocas veces su impacto iba más allá de la repercusión de su aparición en prensa.
Pero al llegar a la madurez, su estilo mejoró tremendamente. Los críticos atribuyen este desarrollo a su contacto con los salones literarios, en los cuales ensayó nuevos géneros y perfeccionó su técnica. Comenzó a interesarse por la ciencia y empezó con sus investigaciones, los cuales lo llevarían a la larga a integrar la Académie des Sciences (que no sería la única academia de la cual sería miembro: también lo fue de la Académie française y de la Académie de Rouen, entre otras). Fue durante esos años (1680, para ser precisos) cuando publicó sus Nuevos diálogos de muertos, imitando el estilo de Luciano (el traducido por Erasmo de Rotterdam, por supuesto) e inspirado en otros autores de diálogos de muertos, como Fenelon, por ejemplo.
Los diálogos de Fontenelle son nuevos en más de un sentido: además de ser escritos 1500 años después de los “antiguos”, hay innovaciones en ellos que vale la pena destacar. Entre ellas, que los muertos que dialogan no pertenecen solamente a la antigüedad clásica; los personajes modernos se mezclan con los antiguos. Erasmo, Carlos V y el emperador Octavio son algunos de los personajes que aparecen en sus diálogos, por ejemplo.
La otra innovación (la más importante) tuvo que ver con el tema tratado en el diálogo: la discusión ya no gira sólo en torno a las costumbres morales de la época, sino a asuntos políticos, estéticos, históricos, etcétera. Fontenelle le dio a los diálogos de muertos el carácter de poder tratar sobre cualquier asunto, usando los personajes que el autor quisiera: su influencia es innegable en los diálogos de muertos posteriores.
Si quieres leer el diálogo más influyente de los que escribió Fontenelle (el diálogo entre Moctezuma y Hernán Cortés), haz clic en el link que está debajo de este párrafo. Este diálogo influyó notablemente en los movimientos de independencia de la América española, y el siguiente autor que analizaremos se basó en él para crear el suyo:


Bernardo de Monteagudo


http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/3/37/Bernardo_de_Monteagudo.jpg/453px-Bernardo_de_Monteagudo.jpg


El último de los autores que revisaremos será el político y revolucionario argentino Bernardo de Monteagudo, quien nació el 20 de agosto de 1789 y murió asesinado el 28 de enero de 1825. Monteagudo se distingue de los otros dos autores porque tenemos noticia de que sólo escribió un diálogo de muertos. El ser escritor no era su ocupación fundamental y, como veremos, su diálogo es concebido con vistas a ser un instrumento político, de un modo mucho más marcado de cómo podrían ser los diálogos de Fontenelle (ya ni digamos los de Luciano).
Monteagudo fue, como dijimos, un revolucionario, que estuvo involucrado con los movimientos independentistas desde joven. Escribió su diálogo a los 19 años y ese mismo año (1809) fue el redactor de la proclama de la Revolución de Chuquisaca. Eventualmente formaría parte del ejército de José de San Martín y sería parte de su gabinete durante su primer gobierno.
Escribió también para varios periódicos en los nacientes países americanos y fue, como Bolívar, un americanista convencido. Lamentablemente no tendría la oportunidad de ver si este sueño se iba a realizar, ya que su muerte fue tan precoz como el resto de su vida: fue asesinado en Lima a los 35 años.
Monteagudo no estudió en Europa, como otros revolucionarios (sólo pudo estudiar leyes en Chuquisaca). Sin embargo, su capacidad retórica fue impresionante, así como su conocimiento de la cultura clásica. Esto le permitió poner en práctica sus conocimientos para alcanzar sus fines políticos. Monteagudo escribió un diálogo de muertos entre Fernando VII y el Inca Atahualpa en los Campos Elíseos. La elección del género fue muy acertada: en primer lugar, la forma del diálogo es muy didáctica y clara, por lo cual los planteamientos ideológicos de la revolución de independencia podían ser fácilmente explicados y sustentados. Asimismo, el hecho de escoger el subgénero del diálogo de muertos le permitió imitar a los escritores de la Ilustración, quienes usaban esta forma para discutir una controversia de cualquier tipo, pero sobre todo política y moral. Por último, el hecho de que uno de los personajes fuera Fernando VII le permitía plantear un escenario donde el entonces rey expulsado de España estuviera muerto, lo cual incitaba a la acción revolucionaria.
El diálogo en sí no es muy original en sus argumentos: repite bastantes de fray Bartolomé de las Casas y otros personajes que estaban en contra de un dominio abusivo de América por parte de la Corona española. Sin embargo, la genialidad de Monteagudo fue identificar al deseo criollo de emancipación con los agravios cometidos por los españoles durante y después de la conquista de América: de este modo consiguió darle más sustento al deseo de libertad de la Corona, propio de la clase criolla virreinal.
Este diálogo es un gran ejemplo de la capacidad de convencimiento que puede tener este género. Es muestra, además, de la gran evolución que sufrió: de la crítica moral abstracta de Luciano pasamos a la crítica general de Fontenelle y los ilustrados franceses para concluir en una crítica puntual y precisa sobre la situación política de Hispanoamérica en el siglo XIX. En fin, querido lector, Si deseas leer el diálogo de Monteagudo, sigue este link para descargar el volumen de la Biblioteca Ayacucho en el cual está incluido:


Para elaborar esta entrada se ocuparon los siguientes libros:

Anderson, Graham, Lucian. Theme and Variation in the Second Sophistic. Leiden: E.J. Brill, 1976.
Fontenelle, Marqués de (Bernard le Bovier), Textes choisis (1683-1702), intr. y notas por Maurice Roelens. París: Sociales, 1996. (Les classiques du peuple).
Luciano de Samosata, Novelas Cortas y Cuentos Dialogados, I, versión directa del griego por Rafael Ramírez Torres. México: Jus, 1966.
————, Obras IV, trad. y notas de José Luis Navarro González. Madrid: Gredos, 2002.  
Pensamiento político de la emancipación (1790-1825), I, varios autores [en línea]< http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=96&swords=Bernardo+de+Monteagudo&tt_products=23>, pról. de José Luis Romero, comp., notas y cronología de José Luis Romero y Luis Alberto Romero. Caracas: Ayacucho. [Consultado el 26 de mayo de 2014]

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