El destino es un origen
caótico, el presente un tiempo incierto. Nicolás Guillén expresó lo siguiente
en un poema titulado Tiempo:
Me gustan ciertas horas, como las tres menos cuarto
porque el reloj parece que tiene
una actitud fraterna, acogedora,
como si fuera a darnos un abrazo.
El tiempo así es un Cristo en agonía
que por la herida del costado
va desangrándose sutilmente
entre el Futuro y el Pasado.
Dice Guillén que el tiempo
se derrama por una herida del costado y cae entre el futuro y el pasado, pero el
tiempo aunque se derrame sobre sí mismo en una prolongación hacia el ayer o
hacia el mañana, no se derrama sobre el ahora ni lo mancha con su rojo
fatídico: el presente es un instante olvidado por el Tiempo. Así pues,
cualquier elemento u objeto que pertenezca a un fragmento del Tiempo, merece un
espacio, no sólo en los libros sino también en la memoria de los hombres.
Objeto de
la historia, desde su fundación en el año 1954, el Auditorio, hoy conocido como
“Che Guevara”, se llamaba en ese entonces: Auditorio
Anexo a la Facultad de Filosofía y Letras o Auditorio de Humanidades, dicho espacio estaba únicamente
destinado para la realización de proyecciones cinematográficas.
Fue hasta
el año de 1962 que el espacio se consagró como Auditorio Justo Sierra con la pronunciación de unas palabras del
rector Ignacio Chávez por el 50 aniversario de la muerte del fundador de la
Universidad Nacional de México. En 1968 el auditorio fue renombrado Auditorio Ernesto “Che” Guevara, acción
que sorprendió a toda la comunidad universitaria. Aunque para ese año Ernesto
“Che” Guevara ya había muerto, había nacido también la iconicidad del personaje
con quien la comunidad universitaria se sentía identificada. Se acuñó así el
nombre de Auditorio Che Guevara con el objetivo de que la memoria de un
personaje esencial para la historia de América simbolizara el deseo de la
conformación de una identidad universitaria. Dice Sheridan que en
aquel entonces Ernesto Guevara representaba todavía “los anhelos de libertad y
de justicia de un continente maltrecho”.
Hasta hace
pocos años se volvió a renombrar el auditorio, llamándolo esta vez: “Auditorio “Che” Guevara: Espacio Autónomo
de Trabajo Autogestivo” Con lo que se evidencia la transformación de el
espíritu del 68, y de la reconfiguración del hermoso lema universitario “Por mi
raza hablará el espíritu”, dicho ahora, por las bocas de los okupas: “Por mi
bacha hablará el espíritu” Lejos está lo anterior de la esencia primordial de
los ideales del Maestro Justo Sierra, del honor hecho por el rector Ignacio
Chávez y de los múltiples esfuerzos realizados por la juventud de 1968…
Fue en el centro de la
entraña donde se hizo el suicidio, allí, en el corazón del Auditorio, en el
seno del diálogo y planeación estratégica donde surgió la hecatombe, la
explosión del cuerpo de visión y pensamiento que desembocaría, poco a poco, en
el brote de una agonía inextinguible: En el auditorio mismo se votó la decisión
de la huelga más larga de una Universidad, en este sitio tuvieron lugar las más
largas asambleas, los integrantes sabían abogar por una idea, sabían moldearla,
destruirla y renovarla, si era necesario. Anotan los periódicos que meses
después, “algunos activistas” se apoderaron del espacio con el objetivo de
hacerlo un sitio representativo del movimiento. “Algunos”, siempre hay un
nombre indeterminado para quien actúa, una totalidad que no tiene nombres, un
sujeto desconocido que tomó el espacio para transformarlo en un lugar de
supuesta resistencia y rebeldía.
Los testimonios coinciden en algo: el
desconocimiento, cuando Guillermo Sheridan denomina ‘secuestro’ a este largo
periodo de estaticidad y falsa movilización, no se refiere sino a un periodo de
blancura, de un fragmento de la historia que no es sino una hoja en blanco en
que no se ha escrito nada.
Si nos remontáramos a
la segunda mitad del siglo veinte tendríamos en claro que el Auditorio fue el
sitio cultural por excelencia de la Ciudad de México, ya que no existía para
ese entonces el Centro Cultural Universitario ni en Centro Nacional de las
Artes. Tan grande fue su relevancia que albergó a personajes importantísimos
como Charles de Gaulle, presidente de Francia en 1963, Adolfo Sánchez Vázquez,
Susan Sontag, José Revueltas, Julio Cortázar, José Saramago, Joan Manuel
Serrat, Pablo Neruda, Mario Bunge, Octavio Paz, Pablo González Casanova, entre
otros.
En dicho recinto se realizaban una gran
cantidad de actividades culturales: cine clásico y de arte, conferencias de
variada raigambre, mesas redondas, teatro, danza, coloquios de innumerables
temas, conciertos de música clásica y popular y demás.
Pero el año de 1999 es el origen del hundimiento, la
esquina un espacio desconocido, la pérdida o la victoria de un sitio trazado por los bordes de la nada:
un tiempo ausente que ya no expresa, y los habitantes de dicho espacio,
vencidos o vencedores, viven en la tierra de nadie.
Todo comenzó cuando el Dr. Francisco Barnés propuso
la modificación del Reglamento General de Pagos el 11 de febrero de
1999, casi inmediatamente comenzaron a realizarse las primeras asambleas en
contra del alza de cuotas: Estalló la huelga con más del 60 por ciento de la población
estudiantil y se exigió la derogación del RGP. A principios de junio, el Consejo
Universitario revisó el RGP y lo modificó por lo que las cuotas se volvieron
voluntarias. En el mes de agosto sucedieron enfrentamientos entre estudiantes y
huelguistas, siendo este el principio de incontables marchas entre grupos
pugnantes. El 2 de octubre
se realizó una gran marcha de huelguistas exigiendo la renuncia del rector
Francisco Barnés, quien renunció hasta el 12 de noviembre de ese mismo año y la
Junta de Gobierno designó al Dr. Juan Ramón de la Fuente como nuevo rector. El STUNAM aplazó la huelga para el 31 de
enero del 2000. El auditorio fungía como espacio de reunión, pero estaba
gestionado por un grupo de gente que se hacían nombrar ‘ultras’ pero no sólo
eso, sino que también fue el espacio de resguarde de estas personas, el lugar
se convirtió en un dormitorio, en un hotel de paso, en el centro de agresiones
y en un basurero. Los llamados ultras transformaron el espacio de la comunidad en un espacio
privado donde no hubo más oportunidad de realizar actividades culturales.
EL 6 de enero del año 2000 se
dio a conocer la “propuesta para la solución” la cual fue sometida a una
consulta universitaria, sin embargo el CGH hizo su consulta sin ningún control
argumentando tener más de 400 000 votos. El
28 de enero más del 90 por ciento de la comunidad universitaria exigió el
término de la huelga. Fue hasta el 6 de
febrero que la Policía Federal Preventiva desalojó al CGH, dicho desalojo
fue pedido y respaldado por el entonces presidente Ernesto Zedillo. El 9 de febrero las instalaciones
fueron devueltas a sus autoridades y el 14
de febrero, 293 días después, la UNAM volvió a recibir a la comunidad
universitaria, sin embargo los enfrentamientos entre grupos continuaron. Al
término de la huelga, el Auditorio quedó despojado de las butacas y del decorado
y a principios de septiembre el espacio fue tomado por vías supuestamente
pacíficas, sin embargo la toma persiste por las vías de la violencia. Desde entonces se ha mantenido una especie
de calma en el espacio dada por la intromisión de distintos grupos que
ahí confluyen.
A partir de
ese momento se implementaron los primeros
trabajos y proyectos ‘autogestivos’ como la Cocina Vegetariana y el
supuesto radio-bocina (XHEHUEVOZ), así como un impulso que apoya a los presos
políticos.
En el 2001 el director de la
FFyL, Ambrosio Velazco, convocó a una reunión pública con toda la comunidad
universitaria para que determinar el futuro del sitio, la propuesta de Velazco
apuntaba a que el espacio se reabriera en beneficio de toda la comunidad y que
hubiera una comisión que gestionara horarios y tiempos para que todos tuvieran
acceso, nada se concretó.
Durante los años
posteriores, la comunidad universitaria, incluidas muchas dependencias académicas y de
investigación de la UNAM, exigieron a quienes tomaron el auditorio,
autonombrados okupas, la devolución inmediata del Auditorio a la institución.
Los Consejeros técnicos pertenecientes a las 27 dependencias enfatizaron su convicción de que el auditorio debía de
volver a ser el espacio académico que fue en un principio, así mismo
manifestaron su determinación de sumarse a los esfuerzos para generar las condiciones
necesarias para lograr solucionar dichos problemas.
En el año 2002 nació la okupación del Auditorio
con la supuesta participación de estudiantes que permanecían en el sitio mismo
así como la reintegración de nuevos compañeros
de colectivos ácratas y libertarios reivindicando el auditorio como un
espacio del pueblo. Entre los años 2003 y 2004 se reanudaron nuevos trabajos
como el de Radio Okupa y un taller de Serigrafía. En el 2005 se consolidó el trabajo de la okupación y se establecieron
algunas relaciones de apoyo con organizaciones sociales del movimiento urbano;
En ese mismo año surgió la Galería Autónoma C.U. como un proyecto independiente
dentro del auditorio. La Galería no es parte de la okupación y realiza sus
trabajos actualmente. En octubre del 2009
los colectivos continuaron con sus actividades y talleres en el Ala Norte del
Auditorio. En el Ala Sur persiste la Galería Autónoma y en la parte central
trabaja el colectivo Ollin Company.
En el año 2013
se escuchaba en distintas manifestaciones estudiantiles sobre la toma del
Auditorio: “Liberen al ‘Che’ Guevara para que vuelva a ser Justo Sierra” un
lema dicho por los universitarios a forma de protesta y de petición para la
devolución del Auditorio.
El 19 de diciembre del 2013, un grupo
de ‘anarquistas’ se apoderó del lugar desalojando a quienes lo ocupaban,
supuestos estudiantes, que usaban el auditorio para sus propios fines.
Marcos
Moshinsky, en 1973, trazó una división entre grupos de la comunidad universitaria: “nosotros y
ellos…” El grupo de ‘nosotros’ es quien
considera que la misión fundamental de la UNAM, es la preparación académica, y
un enfoque dirigido hacia la conciencia social, esencial en un país como
México. El grupo de ‘ellos’ está integrado por quienes consideran que el papel
primordial de la Universidad es propiciar una reforma que considere las
estructuras políticas del país y si fuere necesario hacer uso de la violencia.
Ahora nadie sabe cuál grupo es cuál, podríamos redefinir lo dicho por Moshinsky
en un “Nosotros, ellos y aquellos” Aquellos son quienes actúan sin nombre.
Este año, 2014, en el mes de enero se reanudaron talleres, actividades y obras de teatro en el Auditorio, con el objetivo de denunciar la ´represión. El 17 de febrero, dos de los comités que radicaban ahí tuvieron un enfrentamiento violento. El 3 de marzo gente de la ´Coordinación` irrumpió haciendo uso de la violencia y agrediendo a uno de los comités. Los okupas dicen que a medio día el Auditorio "fue recuperado" y que fue ejecutada la acción del comando paramilitar. Ese mismo día, Rectoría emitió un comunicado donde exigía la devolución del Auditorio, sin embargo nada se ha hecho hasta hoy y parece que la historia del espacio se ha ido atenuando con los años.
Por otro lado, el rector actual, José Narro, hizo la siguiente declaración el 14 de marzo de este año: "Les quiero recordar que éste es un problema por el que han transitado tres rectores: el doctor Francisco Barnés, el doctor (Juan Ramón) De la Fuente y un servidor, éste es un tema y un asunto que ha transitado bajo la dirección de tres directores de la FFyL (Gonzalo Celorio, Ambrosio Velasco y Gloria Villegas), y decir que no se ha hecho nada es injusto". Dijo también que "El auditorio no es de quienes lo tenían hasta antes del 19 de diciembre del año pasado, no es de quienes con violencia desalojaron a esos ocupante y se quedaron con él, no es de ninguno de esos grupos, es de la comunidad universitaria."
Y respondió de la siguiente manera cuando le preguntaron sobre la ocupación del espacio:
"-No es un asunto tan simple. ¿No han visto la forma en que actúan esos grupos? ¿No vieron el 3 de marzo la golpiza que se dieron entre ellos? ¿No observaron los medios de comunicación su armamento, consistente en palos, tubos, piedras, botellas y otras cosas que tiene para lastimarse? No, no es un asunto de fuerza, y si se tiene que usar algún tipo de fuerza, ésta debe ser la fuerza moral, no es de otra naturaleza, y el respaldo de las autoridades para aplicar la ley."
Este año, 2014, en el mes de enero se reanudaron talleres, actividades y obras de teatro en el Auditorio, con el objetivo de denunciar la ´represión. El 17 de febrero, dos de los comités que radicaban ahí tuvieron un enfrentamiento violento. El 3 de marzo gente de la ´Coordinación` irrumpió haciendo uso de la violencia y agrediendo a uno de los comités. Los okupas dicen que a medio día el Auditorio "fue recuperado" y que fue ejecutada la acción del comando paramilitar. Ese mismo día, Rectoría emitió un comunicado donde exigía la devolución del Auditorio, sin embargo nada se ha hecho hasta hoy y parece que la historia del espacio se ha ido atenuando con los años.
Por otro lado, el rector actual, José Narro, hizo la siguiente declaración el 14 de marzo de este año: "Les quiero recordar que éste es un problema por el que han transitado tres rectores: el doctor Francisco Barnés, el doctor (Juan Ramón) De la Fuente y un servidor, éste es un tema y un asunto que ha transitado bajo la dirección de tres directores de la FFyL (Gonzalo Celorio, Ambrosio Velasco y Gloria Villegas), y decir que no se ha hecho nada es injusto". Dijo también que "El auditorio no es de quienes lo tenían hasta antes del 19 de diciembre del año pasado, no es de quienes con violencia desalojaron a esos ocupante y se quedaron con él, no es de ninguno de esos grupos, es de la comunidad universitaria."
Y respondió de la siguiente manera cuando le preguntaron sobre la ocupación del espacio:
"-No es un asunto tan simple. ¿No han visto la forma en que actúan esos grupos? ¿No vieron el 3 de marzo la golpiza que se dieron entre ellos? ¿No observaron los medios de comunicación su armamento, consistente en palos, tubos, piedras, botellas y otras cosas que tiene para lastimarse? No, no es un asunto de fuerza, y si se tiene que usar algún tipo de fuerza, ésta debe ser la fuerza moral, no es de otra naturaleza, y el respaldo de las autoridades para aplicar la ley."
De este modo es como se ve un poco de la historia de
la Universidad teniendo como eje de movimiento el Auditorio. Bien dijo Sheridan
sobre lo concerniente: “¡Qué larga, desgastante y tediosa historia es la del
largo secuestro del auditorio Justo Sierra de la facultad de Filosofía y Letras
de la UNAM!” Y qué interminable parece este tiempo presente que no tiene voz,
que no se dice ni se escribe y que no construye acciones ni decisiones firmes sino
que se encuentra inmerso en la tierra del olvido cierto.
En la elaboración de esta entrada se consideraron las siguientes fuentes:
http://www.auditoriocheguevara.org/
En la elaboración de esta entrada se consideraron las siguientes fuentes:
http://www.auditoriocheguevara.org/
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