domingo, 1 de junio de 2014

Epidermis del instante


El destino es un origen caótico, el presente un tiempo incierto. Nicolás Guillén expresó lo siguiente en un poema titulado Tiempo:
Me gustan ciertas horas, como las tres menos cuarto
porque el reloj parece que tiene
una actitud fraterna, acogedora,
como si fuera a darnos un abrazo.

El tiempo así es un Cristo en agonía
que por la herida del costado
va desangrándose sutilmente
entre el Futuro y el Pasado.

Dice Guillén que el tiempo se derrama por una herida del costado y cae entre el futuro y el pasado, pero el tiempo aunque se derrame sobre sí mismo en una prolongación hacia el ayer o hacia el mañana, no se derrama sobre el ahora ni lo mancha con su rojo fatídico: el presente es un instante olvidado por el Tiempo. Así pues, cualquier elemento u objeto que pertenezca a un fragmento del Tiempo, merece un espacio, no sólo en los libros sino también en la memoria de los hombres. 
Objeto de la historia, desde su fundación en el año 1954, el Auditorio, hoy conocido como “Che Guevara”, se llamaba en ese entonces: Auditorio Anexo a la Facultad de Filosofía y Letras o Auditorio de Humanidades, dicho espacio estaba únicamente destinado para la realización de proyecciones cinematográficas.
Fue hasta el año de 1962 que el espacio se consagró como Auditorio Justo Sierra con la pronunciación de unas palabras del rector Ignacio Chávez por el 50 aniversario de la muerte del fundador de la Universidad Nacional de México. En 1968 el auditorio fue renombrado Auditorio Ernesto “Che” Guevara, acción que sorprendió a toda la comunidad universitaria. Aunque para ese año Ernesto “Che” Guevara ya había muerto, había nacido también la iconicidad del personaje con quien la comunidad universitaria se sentía identificada. Se acuñó así el nombre de Auditorio Che Guevara con el objetivo de que la memoria de un personaje esencial para la historia de América simbolizara el deseo de la conformación de una identidad universitaria. Dice Sheridan que en aquel entonces Ernesto Guevara representaba todavía “los anhelos de libertad y de justicia de un continente maltrecho”.



Hasta hace pocos años se volvió a renombrar el auditorio, llamándolo esta vez: “Auditorio “Che” Guevara: Espacio Autónomo de Trabajo Autogestivo” Con lo que se evidencia la transformación de el espíritu del 68, y de la reconfiguración del hermoso lema universitario “Por mi raza hablará el espíritu”, dicho ahora, por las bocas de los okupas: “Por mi bacha hablará el espíritu” Lejos está lo anterior de la esencia primordial de los ideales del Maestro Justo Sierra, del honor hecho por el rector Ignacio Chávez y de los múltiples esfuerzos realizados por la juventud de 1968…





Fue en el centro de la entraña donde se hizo el suicidio, allí, en el corazón del Auditorio, en el seno del diálogo y planeación estratégica donde surgió la hecatombe, la explosión del cuerpo de visión y pensamiento que desembocaría, poco a poco, en el brote de una agonía inextinguible: En el auditorio mismo se votó la decisión de la huelga más larga de una Universidad, en este sitio tuvieron lugar las más largas asambleas, los integrantes sabían abogar por una idea, sabían moldearla, destruirla y renovarla, si era necesario. Anotan los periódicos que meses después, “algunos activistas” se apoderaron del espacio con el objetivo de hacerlo un sitio representativo del movimiento. “Algunos”, siempre hay un nombre indeterminado para quien actúa, una totalidad que no tiene nombres, un sujeto desconocido que tomó el espacio para transformarlo en un lugar de supuesta resistencia y rebeldía.
Los testimonios coinciden en algo: el desconocimiento, cuando Guillermo Sheridan denomina ‘secuestro’ a este largo periodo de estaticidad y falsa movilización, no se refiere sino a un periodo de blancura, de un fragmento de la historia que no es sino una hoja en blanco en que no se  ha escrito nada.  
Si nos remontáramos a la segunda mitad del siglo veinte tendríamos en claro que el Auditorio fue el sitio cultural por excelencia de la Ciudad de México, ya que no existía para ese entonces el Centro Cultural Universitario ni en Centro Nacional de las Artes. Tan grande fue su relevancia que albergó a personajes importantísimos como Charles de Gaulle, presidente de Francia en 1963, Adolfo Sánchez Vázquez, Susan Sontag, José Revueltas, Julio Cortázar, José Saramago, Joan Manuel Serrat, Pablo Neruda, Mario Bunge, Octavio Paz, Pablo González Casanova, entre otros.
 En dicho recinto se realizaban una gran cantidad de actividades culturales: cine clásico y de arte, conferencias de variada raigambre, mesas redondas, teatro, danza, coloquios de innumerables temas, conciertos de música clásica y popular y demás.





Pero el año de 1999 es el origen del hundimiento, la esquina un espacio desconocido, la pérdida o la victoria de un sitio trazado por los bordes de la nada: un tiempo ausente que ya no expresa, y los habitantes de dicho espacio, vencidos o vencedores, viven en la tierra de nadie.
Todo comenzó cuando el Dr. Francisco Barnés propuso la modificación del Reglamento General de Pagos el 11 de febrero de 1999, casi inmediatamente comenzaron a realizarse las primeras asambleas en contra del alza de cuotas: Estalló la huelga con más del 60 por ciento de la población estudiantil y se exigió la derogación del RGP. A principios de junio, el Consejo Universitario revisó el RGP y lo modificó por lo que las cuotas se volvieron voluntarias. En el mes de agosto sucedieron enfrentamientos entre estudiantes y huelguistas, siendo este el principio de incontables marchas entre grupos pugnantes. El 2 de octubre se realizó una gran marcha de huelguistas exigiendo la renuncia del rector Francisco Barnés, quien renunció hasta el 12 de noviembre de ese mismo año y la Junta de Gobierno designó al Dr. Juan Ramón de la Fuente como nuevo rector. El STUNAM aplazó la huelga para el 31 de enero del 2000. El auditorio fungía como espacio de reunión, pero estaba gestionado por un grupo de gente que se hacían nombrar ‘ultras’ pero no sólo eso, sino que también fue el espacio de resguarde de estas personas, el lugar se convirtió en un dormitorio, en un hotel de paso, en el centro de agresiones y en un basurero. Los llamados ultras transformaron  el espacio de la comunidad en un espacio privado donde no hubo más oportunidad de realizar actividades culturales.
EL 6 de enero del año 2000 se dio a conocer la “propuesta para la solución” la cual fue sometida a una consulta universitaria, sin embargo el CGH hizo su consulta sin ningún control argumentando tener más de 400 000 votos. El 28 de enero más del 90 por ciento de la comunidad universitaria exigió el término de la huelga. Fue hasta el 6 de febrero que la Policía Federal Preventiva desalojó al CGH, dicho desalojo fue pedido y respaldado por el entonces presidente Ernesto Zedillo. El 9 de febrero las instalaciones fueron devueltas a sus autoridades y el 14 de febrero, 293 días después, la UNAM volvió a recibir a la comunidad universitaria, sin embargo los enfrentamientos entre grupos continuaron. Al término de la huelga, el Auditorio quedó despojado de las butacas y del decorado y a principios de septiembre el espacio fue tomado por vías supuestamente pacíficas, sin embargo la toma persiste por las vías de la violencia. Desde entonces se ha mantenido una especie de calma en el espacio dada por la intromisión de distintos grupos que ahí confluyen.
A partir de ese momento se implementaron los primeros trabajos y proyectos ‘autogestivos’ como la Cocina Vegetariana y el supuesto radio-bocina (XHEHUEVOZ), así como un impulso que apoya a los presos políticos.





En el 2001 el director de la FFyL, Ambrosio Velazco, convocó a una reunión pública con toda la comunidad universitaria para que determinar el futuro del sitio, la propuesta de Velazco apuntaba a que el espacio se reabriera en beneficio de toda la comunidad y que hubiera una comisión que gestionara horarios y tiempos para que todos tuvieran acceso, nada se concretó.
Durante los años posteriores, la comunidad universitaria, incluidas  muchas dependencias académicas y de investigación de la UNAM, exigieron a quienes tomaron el auditorio, autonombrados okupas, la devolución inmediata del Auditorio a la institución. Los Consejeros técnicos pertenecientes a las 27 dependencias enfatizaron  su convicción de que el auditorio debía de volver a ser el espacio académico que fue en un principio, así mismo manifestaron su determinación de sumarse a los esfuerzos para generar las condiciones necesarias para lograr solucionar dichos problemas.
En el año 2002 nació la okupación del Auditorio con la supuesta participación de estudiantes que permanecían en el sitio mismo así como la reintegración de nuevos compañeros  de colectivos ácratas y libertarios reivindicando el auditorio como un espacio del pueblo. Entre los años 2003 y 2004 se reanudaron nuevos trabajos como el de Radio Okupa y un taller de Serigrafía. En el 2005 se consolidó el trabajo de la okupación y se establecieron algunas relaciones de apoyo con organizaciones sociales del movimiento urbano; En ese mismo año surgió la Galería Autónoma C.U. como un proyecto independiente dentro del auditorio. La Galería no es parte de la okupación y realiza sus trabajos actualmente. En octubre del 2009 los colectivos continuaron con sus actividades y talleres en el Ala Norte del Auditorio. En el Ala Sur persiste la Galería Autónoma y en la parte central trabaja el colectivo Ollin Company.
En el año 2013 se escuchaba en distintas manifestaciones estudiantiles sobre la toma del Auditorio: “Liberen al ‘Che’ Guevara para que vuelva a ser Justo Sierra” un lema dicho por los universitarios a forma de protesta y de petición para la devolución del Auditorio.
El 19 de diciembre del 2013, un grupo de ‘anarquistas’ se apoderó del lugar desalojando a quienes lo ocupaban, supuestos estudiantes, que usaban el auditorio para sus propios fines.
Marcos Moshinsky, en 1973, trazó una división entre grupos de la comunidad universitaria: “nosotros y ellos…” El grupo de ‘nosotros’ es quien considera que la misión fundamental de la UNAM, es la preparación académica, y un enfoque dirigido hacia la conciencia social, esencial en un país como México. El grupo de ‘ellos’ está integrado por quienes consideran que el papel primordial de la Universidad es propiciar una reforma que considere las estructuras políticas del país y si fuere necesario hacer uso de la violencia. Ahora nadie sabe cuál grupo es cuál, podríamos redefinir lo dicho por Moshinsky en un “Nosotros, ellos y aquellos” Aquellos son quienes actúan sin nombre.
Este año, 2014, en el mes de enero se reanudaron talleres, actividades y obras de teatro en el Auditorio, con el objetivo de denunciar la ´represión. El 17 de febrero, dos de los comités que radicaban ahí tuvieron un enfrentamiento violento. El 3 de marzo gente de la ´Coordinación` irrumpió haciendo uso de la violencia y agrediendo a uno de los comités. Los okupas dicen que a medio día el Auditorio "fue recuperado" y que fue ejecutada la acción del comando paramilitar. Ese mismo día, Rectoría emitió un comunicado donde exigía la devolución del Auditorio, sin embargo nada se ha hecho hasta hoy y parece que la historia del espacio se ha ido atenuando con los años. 
Por otro lado, el rector actual, José Narro, hizo la siguiente declaración el 14 de marzo de este año: "Les quiero recordar que éste es un problema por el que han transitado tres rectores: el doctor Francisco Barnés, el doctor (Juan Ramón) De la Fuente y un servidor, éste es un tema y un asunto que ha transitado bajo la dirección de tres directores de la FFyL (Gonzalo Celorio, Ambrosio Velasco y Gloria Villegas), y decir que no se ha hecho nada es injusto". Dijo también que "El auditorio no es de quienes lo tenían hasta antes del 19 de diciembre del año pasado, no es de quienes con violencia desalojaron a esos ocupante y se quedaron con él, no es de ninguno de esos grupos, es de la comunidad universitaria."  
Y respondió de la siguiente manera  cuando le preguntaron sobre la ocupación del espacio:
"-No es un asunto tan simple. ¿No han visto la forma en que actúan esos grupos? ¿No vieron el 3 de marzo la golpiza que se dieron entre ellos? ¿No observaron los medios de comunicación su armamento, consistente en palos, tubos, piedras, botellas y otras cosas que tiene para lastimarse? No, no es un asunto de fuerza, y si se tiene que usar algún tipo de fuerza, ésta debe ser la fuerza moral, no es de otra naturaleza, y el respaldo de las autoridades para aplicar la ley."
De este modo es como se ve un poco de la historia de la Universidad teniendo como eje de movimiento el Auditorio. Bien dijo Sheridan sobre lo concerniente: “¡Qué larga, desgastante y tediosa historia es la del largo secuestro del auditorio Justo Sierra de la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM!” Y qué interminable parece este tiempo presente que no tiene voz, que no se dice ni se escribe y que no construye acciones ni decisiones firmes sino que se encuentra inmerso en la tierra del olvido cierto.  

En la elaboración de esta entrada se consideraron las siguientes fuentes:
http://www.auditoriocheguevara.org/

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